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Historia - Turismo de Graus
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Historia

Las primeras huellas de la Muy Noble y Muy Antigua Villa de Graus se remontan al Paleolítico, época de la que se han encontrado objetos de sílex, huesos y ornamentos en la falda de la Peña de las Forcas. Actualmente, estas piezas se localizan expuestas en el Museo Provincial de Huesca.

Los romanos denominaron a esta zona Valle Magna y dejaron sello de su presencia en yacimientos como el pueblense de Labitolosa. Aunque Graus no conserva nada de ese momento, su origen etimológico, Gradus (paso estrecho), hace referencia a su localización entre dos montañas, la Peña del Morral y las Forcas.

El Islam convirtió Graus en una de sus plazas más importantes, situada en el límite norte de la Barbitania, lo que se conocería como Marca Superior de Al-Andalus. En Graus construyeron una atalaya en lo alto de la Peña del Morral, de la que quedan escasos restos.

Mientras esto sucedía, los cristianos se reorganizaron dando lugar al Condado de Ribagorza. El primer rey de Aragón, Ramiro I, intentó el asedio a la plaza grausina en 1063 pero no lo consiguió y murió en el intento. En esta batalla, y según la leyenda, también participó un jovencísimo Cid Campeador, que luchaba junto a la alianza llevada a cabo por los musulmanes y el reino castellano.

En 1083, se conquista Graus por parte de Sancho Ramírez, hijo del anterior rey, y al quedar bastante mermada la población, la adscribe al monasterio sobrarbense de San Victorián de Asán. El poder del cenobio sobre la población duró hasta el 1571, fecha en la que culminó un importante pleito entre el abad asanense y el conde ribagorzano.

En 1201, el rey Pedro II trasladó a Graus la feria anual de San Miguel que hasta entonces se celebraba en San Pedro de Tabernas. En su Carta de Población concede importantes privilegios a todos aquellos que lo habitasen. Este privilegio se concedió como forma de repoblación tras la conquista de la villa por los cristianos.

En el siglo XVI, con el esplendor económico del que disfruta la zona, se lleva a cabo la primera ampliación de la villa en la que se construyen importantes casas solariegas como la de Fantón, Solano, Oliván y la Mansión de los Mur. Se abre la imponente plaza Mayor y la calle Fermín Mur y Mur, fijándose el límite de la población en el Portal de Linés. También, a finales de este siglo se produjeron graves desórdenes contra los condes de Ribagorza que fueron, finalmente y tras sangrientas luchas, derrotados los partidarios del conde y recuperada así por el rey la plena autoridad sobre el condado.

Durante el siglo XVII se sucedieron guerras contra Francia, en la que además de enviar hombres al frente cercano, el pueblo a falta de cebada, tuvo que entregar sus reservas de trigo destinadas al consumo humano para alimentar al ejército en su camino hacia el Valle de Arán. En los años 1651 y 1652 la zona sufrió una terrible epidemia de peste que diezmó a la población. En el siglo XVII y situados a extramuros se establecen el Colegio Jesuita de la Compañía de Jesús (sólo se conserva la iglesia) y el Convento de Santo Domingo (actualmente desaparecido y visible en la foto que encabeza la página).

En la guerra de Sucesión de comienzos del siglo XVIII, al igual que la mayor parte de la Corona de Aragón, tomó partido por el pretendiente austriaco y se vio ocupada por las tropas borbónicas que destruyeron uno de sus puentes y convirtieron la localidad en una base para sus operaciones militares.

A principios del siglo XIX, y durante la Guerra de la Independencia, fue invadida por las tropas francesas y en las posteriores guerras carlistas se vivieron enfrentamientos entre liberales y absolutistas. En 1873 estuvo encarcelado Paul Lafargue, yerno de Carlos Marx y propagador de sus ideas, que había huido de la policía francesa atravesando los Pirineos. A finales también de este siglo, se produjo una importante emigración al vecino país. En temas urbanos se realiza la segunda gran ampliación del núcleo con la construcción de la calle Barranco.

Graus vivió los diversos avatares del siglo XX, entre ellos la despoblación y en especial la tragedia de la Guerra Civil del 36. La villa quedó hasta el final de la contienda dentro de la zona republicana y el predominio en ella de los anarquistas la convirtió en una importante colectividad libertaria. Los violentos excesos anticlericales culminaron con la ejecución de numerosos religiosos y la destrucción de importantes piezas del patrimonio cultural. En la segunda mitad del siglo XX hay que destacar la década de los 60 como una criba en el desarrollo de Graus y de la comarca al sufrir el azote de la emigración que se puede contemplar en la mayor parte de los pueblos, muchos de ellos deshabitados.

Actualmente, es la capital administrativa de la Comarca de Ribagorza y cuenta con casi 3500 habitantes repartidos en 27 núcleos poblacionales.

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